La semana pasada, escribí sobre mi lucha para ayudar a mi hija de 13 años a encontrar un disfraz de Halloween que fuera divertido, pero no demasiado sexy. No fue una tarea fácil. Pero al final, no fue un problema: el niño nunca fue trick or treat.
En vez de eso, ella pasó Halloween en el sofá, con fiebre y un terrible caso de gripe.
Fueron seis días espantosos en nuestra casa.
A los 13 años y, a veces, tristemente, a los 30 y 40, estamos tan ocupados pensando en todas las formas en que nuestros cuerpos no se ajustan al estándar que tenemos en la cabeza como "perfecto" que a veces no apreciamos lo simple placer y valor de una buena salud.
Normalmente, soy el tipo de madre que habla sobre cualquier tema, y normalmente no me asustan los temas difíciles o embarazosos cuando hablo con mis hijos. Soy un firme creyente de que el conocimiento es poder, y que ser sincero es el mejor curso de acción. Pero la semana pasada, escondí algo de mi hija.
La noche antes de que mi hija se pusiera realmente enferma, una niña sana y atlética de 12 años murió en el pueblo vecino por el virus de la gripe porcina. A la mañana siguiente, tomé la primera plana del periódico con la historia y la imagen de esa niña salpicando sobre ella, y la escondí en la pila de reciclaje.
Simplemente no podría ir allí.
Pero más tarde esa mañana, mientras preparaba su cacao en la cocina y ella yacía en el sofá viendo el show de TODAY, escuché al presentador de noticias local intervenir con un informe sobre la niña. Dos segundos después, escuché los pies de mi hija en el suelo y cuando me di la vuelta, allí estaba ella, con lágrimas en los ojos y un terror absoluto en sus ojos.
La abracé y seguí diciendo: "Está bien. Estás bien ", una y otra vez.
Hay un final de inocencia que llega cuando te das cuenta de que las personas de tu edad pueden, y mueren. Me temo que vi ese momento suceder en mi cocina la semana pasada.
Ahora está sana, vuelve a la escuela, a sus amigos y a sus actividades, y estoy increíblemente agradecida por eso. Mi corazón está con todos y cada uno de los padres que están preocupados por un niño enfermo o que enfrentan una pérdida impensable.
Claro, es posible que no siempre seas feliz con la forma en que te ves o la forma en que te queda la ropa o la forma en que sientes que te perciben otras personas. Pero si estás sano, y si los que amas son sanos, hoy es el día para detenerte y tomarte un momento, ahora mismo, para agradecer.