¿Qué pasa si eres el que está mal?

Resuelve tus conflictos sin bajas.

“Mi especialidad es tener razón cuando otras personas están equivocadas”. —George Bernard Shaw

Siempre estamos equivocados con estar en lo correcto.

La mente humana es brillante y patética: continuamente estamos haciendo nuevos avances científicos, pero seguimos siendo propensos a errores (e ignorantes sobre el hecho).

Probablemente piensas que sabes mucho más de lo que realmente sabes, igual que yo y todos los demás. A menudo asumimos que sabemos cómo funcionan las cosas, pero no tenemos ni idea. Creemos que tomamos decisiones lógicas, pero los hechos no cambian de opinión. Incluso cuando nos damos cuenta de que estamos equivocados, seguimos negándolo. Ganar un argumento es más importante que aprender algo nuevo: nos encanta tener razón.

¿Y si aceptamos que siempre estamos equivocados? Y deja de fingir que lo sabemos todo. Esta mentalidad puede acabar con las batallas de infalibilidad. ¡Escúchame antes de que pienses que estoy equivocado!

Por qué siempre estar en lo correcto puede ser incorrecto

“Lo incorrecto no deja de serlo porque la mayoría lo comparte”.
-Leo Tolstoy

Los hechos no cambian nuestras mentes.

Varios experimentos a lo largo de los años han demostrado una y otra vez que, una vez que formamos una opinión, es casi imposible para nosotros cambiar de opinión, incluso cuando las personas nos dicen que los datos que utilizamos eran falsos.

Los investigadores de Stanford seleccionaron un grupo de estudiantes: la mitad estaba a favor de la pena capital; La otra mitad estaba en contra. A ambos grupos de estudiantes se les presentaron dos estudios diferentes: uno proporcionó datos en apoyo de la pena de muerte; Los otros hechos presentados lo plantearon.

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Fuente: Adi Goldstein / Unsplash

Aquellos estudiantes que favorecieron la pena capital consideraron que el estudio pro-disuasión era altamente creíble y el otro no era convincente. El otro grupo reaccionó precisamente de la manera opuesta. Al final del experimento, no solo ninguno de los estudiantes cambió de opinión, sino que ambos grupos estaban más apasionados por su posición original.

Nuestro cerebro manipula nuestra percepción: somos inmunes a los hechos.

“Sesgo de confirmación” es la tendencia que tenemos de abrazar la información que respalda nuestras creencias y rechazar la que los pone en peligro.

Como dice el mago Penn Jillette: “Si hay algo que realmente quieres creer, eso es lo que más debes cuestionar”.

Hay muchos tipos de pensamiento defectuoso. Tendemos a pensar que somos más inteligentes de lo que realmente somos. Y subestima cualquier lógica que no coincida con la nuestra.

“Ceguera por error” es un término acuñado por la autógrafa errónea Kathryn Schulz. Ella cree que “no tenemos una señal interna para saber que estamos equivocados sobre algo hasta que es demasiado tarde”.

Como explica en esta charla TED, esta mentalidad delirante pasa por tres fases diferentes.

Primero, estamos equivocados pero no nos damos cuenta todavía. Nos sentimos confiados porque asumimos que somos dueños de la verdad. Por lo tanto, al no comprobar los hechos. En segundo lugar, reconocemos que estamos equivocados, ya sea por introspección o porque se introducen nuevas pruebas. Nos sentimos vulnerables y en estado de sitio. Por último, nos ponemos a la defensiva y nos sentimos bajo ataque.

Preferimos mantenernos firmes incluso si, en el fondo, sabemos que estamos equivocados.

En el libro, The Knowledge Illusion , los científicos cognitivos Steven Sloman y Philip Fernbach argumentan que sobrevivimos y prosperamos a pesar de nuestras deficiencias mentales: la clave de nuestra inteligencia reside en el conocimiento de otras personas, no en el nuestro.

Los autores citan un estudio de Yale en el que los estudiantes de pregrado debían evaluar su comprensión de los productos cotidianos, como inodoros, cremalleras, etc.: todos se dan a sí mismos una puntuación generosa. Luego, también se les pidió que describieran, paso a paso, cómo funcionan esos dispositivos. Cuando se les pidió que se calificaran de nuevo, las autoevaluaciones disminuyeron. La experiencia reveló a los alumnos su propia ignorancia. Al parecer, las cremalleras y los inodoros son más complicados de lo que pensamos.

Lo mismo sucedió con un experimento realizado por Rebecca Lawson, psicóloga de la Universidad de Liverpool. Ella le mostró a un grupo de estudiantes un dibujo esquemático de una bicicleta que faltaba en varias partes. Cuando se les preguntó dónde debían ir la cadena o los pedales, la mayoría de los estudiantes tenían confianza: todos pensaban que sabían la respuesta correcta.

Sin embargo, como puede ver en los dibujos a continuación, la mayoría de los participantes no tenían ni idea de cómo funcionan las bicicletas.

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Fuente: medio / unsplash

Sloman y Fernbach llaman a este efecto la “ilusión de profundidad explicativa”: todos creemos que sabemos mucho más de lo que realmente sabemos.

El problema no es nuestra ignorancia, sino que estamos acostumbrados a ocultarlo. Quemamos puentes y creamos fricción con otros solo para hacer un punto. Dejamos que nuestro ego se apodere de nuestras vidas, la necesidad de estar en lo correcto inicia batallas sin sentido.

Por qué nos encanta ganar, no aprender

Nuestra capacidad de razonar tiene más que ver con ganar argumentos que con pensar con claridad. Los científicos llaman a este fenómeno “razonamiento motivado“. Nuestras motivaciones inconscientes, tanto los deseos como los temores, dan forma a la forma en que interpretamos los eventos y la información.

Como dijo Eckhart Tolle: “Necesitar estar en lo correcto es una forma de violencia”.

En esta poderosa charla en TEDx, Julia Galef, cofundadora del Centro para la Racionalidad Aplicada, explica por qué cierta información o ideas se sienten como nuestros aliados: queremos que ganen. Por otro lado, pensamos que las ideas o conceptos opuestos son nuestros enemigos, queremos derribarlos.

Galef lo llamó la “mentalidad de soldado”.

Sucede todo el tiempo en el trabajo, los deportes o la política. Cuando alguien juzga injustamente a nuestro equipo, nos enojamos. Pero cuando sucede lo mismo en el otro lado, sentimos que se ha hecho justicia. Por ejemplo, si un árbitro otorga una penalización a nuestro equipo, comenzamos a buscar las razones por las que está equivocado. ¡Pero cuando el equipo contrario es penalizado, celebramos el penal!

Como dice Julia Galef, “Nuestro juicio está fuertemente influenciado, inconscientemente, por qué lado queremos ganar. Y esto es ubicuo. “Esto determina cómo pensamos acerca de nuestra salud, nuestras relaciones, cómo decidimos cómo votar, lo que consideramos justo o ético”.

La mentalidad de soldado está arraigada en la necesidad de defendernos. La presión por estar en lo correcto eleva nuestra adrenalina: experimentamos una respuesta de lucha o huida.

Una mentalidad más curiosa es la del explorador: esta función tiene que ver con la comprensión, no con la defensa de nuestras creencias. El explorador sale, mapea el terreno e identifica el desafío real: quiere saber qué es lo que realmente existe.

La mentalidad que elijas afecta tu juicio, análisis y toma de decisiones.

La mentalidad de soldado está arraigada en emociones como la agresión y el tribalismo. La mentalidad de explorador está arraigada en la curiosidad: tiene que ver con el placer de aprender cosas nuevas, estar intrigado cuando los hechos nuevos contradicen nuestras creencias y no sentirse débil por cambiar nuestra mente.

Por encima de todo, los exploradores están castigados, su autoestima no está ligada a qué tan bien o mal están.

Una mentalidad de soldado crea un patrón que explica la escalada acelerada en todos los tipos de interacciones. El economista Robert Frank lo llama el patrón de “el ganador se lo lleva todo, el perdedor que aún paga”, es la razón por la que, incluso cuando estamos en un agujero, seguimos cavando.

Estas “batallas de infalibilidad” se libran no solo en guerras reales, sino también en elecciones políticas, especulaciones financieras, juegos de azar o incluso en argumentos cotidianos. Una vez que hemos invertido, se siente más difícil dejar ir. Estamos dispuestos a pagar casi cualquier cosa para ganar, pero también lo están nuestros oponentes: rendirse significa admitir que estamos equivocados.

La guerra sigue aumentando y empeorando las cosas para ambos contendientes: las bajas se acumulan en cada lado. En guerras reales, nadie quiere sentir que sus soldados murieron en vano. En las campañas políticas, los candidatos siguen echando dinero; al negar la posibilidad de perder todo, todos siguen perdiendo más y más.

Nadie gana una batalla de infalibilidad: es mejor reducir nuestras pérdidas que “pagar casi cualquier cosa” para ganar un argumento.

Es por eso que una mentalidad diferente puede ayudarte a prevenir y reducir las batallas perdidas

¿Qué pasa si estoy equivocado acerca de esto?

“La confianza no proviene de tener siempre la razón, sino de no temer estar equivocada” – Peter McIntyre

Practico la regla del 50% al 50%: cuando enfrente un conflicto, suponga que la mitad de la culpa es suya. Usualmente entreno esta regla cuando facilito un taller de equipo. Ayuda a que las personas se culpen entre sí a la acción: cada lado se centra en mejorar su parte justa.

Hoy, quiero que sugieras algo más extremo. La próxima vez que enfrente una discusión, antes de comenzar una guerra, suponga que es usted el que está absolutamente equivocado. En lugar de intentar ganar un argumento, vea qué sucede cuando considera que está equivocado en todo.

Esta mentalidad no es solo una prueba de su capacidad de recuperación, usted está entrenando su mente para superar los sesgos que discutimos anteriormente.

Cuando estés luchando con algo, pregúntate: “¿Qué pasa si me equivoco con esto?” Suena difícil, ¿verdad? Pero la verdad es que estás equivocado acerca de ese problema y de todo lo demás, igual que yo y todos los demás. Todos sufrimos de ilusión cognitiva.

Adoptar un “¿Qué pasa si me equivoco con esto?” No es fácil, pero de inmediato obtendrá los beneficios.

1. Una nueva mentalidad descubre nuevas soluciones.

Cuando tratamos de ganar una discusión, dejamos de prestar atención: nuestra energía se enfoca en justificar nuestros pensamientos, no en encontrar la verdad.

Cuando dejas de tratar de tener razón siempre, amplías tu perspectiva. Como dijo Albert Einstein, “No podemos resolver un problema con el mismo pensamiento que usamos para crearlo”.

2. Pasar de la defensa al aprendizaje.

Cuando reconoce que no tiene todas las respuestas, abre sus mentes: se enfoca en la comprensión, no en la protección de sus ideas. El aprendizaje requiere adoptar una actitud “ignorante”.

Como dice Julia Galef, una mentalidad de soldado se trata de ganar; una mentalidad de explorador es querer saber “qué es lo que realmente existe”.

3. Pon atención en lugar de hablar.

Cuando pasas de ser correcto a abrazar la incertidumbre, dejas espacio para hacer las preguntas correctas. En lugar de retomar la conversación con tus argumentos, escuchas múltiples perspectivas.

Las personas inteligentes lideran con preguntas, no con respuestas; crean conversaciones, no argumentos.

4. Practicar la humildad intelectual.

Nuestra ignorancia es invisible para nosotros, no para otros, como escribí aquí. Humildad intelectual significa dejar la puerta abierta, incluso cuando crees que tienes razón. Eres receptivo a nuevos hechos, en lugar de tratar de protegerte.

La humildad intelectual requiere pelear una batalla diferente: quieres encontrar la verdad, no derrotar a otros.

5. Nadie es completamente correcto o incorrecto

Cuando sueltas la actitud de “Me equivoco, tienes razón”, elevas la conversación. Nadie siempre tiene la razón o siempre está mal. No juzgue a las personas por sus creencias: concéntrese en los hechos que presentan.

Incluso aquellos que siempre parecen estar equivocados pueden tener razón en algún momento. No desestime los hechos o la información basándose en la persona que entrega las noticias. Cualquiera es un maestro disfrazado.

La perspectiva lo es todo, especialmente cuando se trata de desafiar tus sesgos. Una mentalidad de “¿Qué pasa si me equivoco con esto?” Descubre nuevas soluciones: la humildad intelectual nos hace sentir hambre de respuestas reales.

¿Eres un soldado decidido a defender tu punto de vista a toda costa o un explorador, impulsado por la curiosidad? Reflexiona sobre lo que más te importa. ¿Deseas ganar la discusión o ver el mundo lo más vívido posible?

Tienes derecho a estar equivocado. Aprender es más importante que intentar ganar batallas infalibles: los libros de historia ya están llenos de esos. Resuelve conflictos sin dejar atrás las bajas.