Hay muchas razones por las que quejarse es un mal hábito: te pone de mal humor. Te mantiene enfocado en defectos y problemas. Te hace sonar sospechoso y desconfiado. Sorprende a las personas que tienen que escuchar o les hace sentir que son incompetentes e inútiles. En general, las quejas hacen que la vida se sienta como una prueba dura en lugar de un regalo, tanto para los donantes como para los receptores.
El mayor problema con las quejas es que no siempre llega al corazón del asunto. De hecho, puede distraerte de lo que realmente necesitas estar pensando. En cambio, te mantiene ocupado reflexionando sobre cuán horrible es tu vida, culpando a otros por ello y cerrando cualquier esperanza de un futuro diferente.
Quejarse es la expresión verbal de la negatividad, una visión del mundo perversa, autoimpuesta y desfavorable. Las quejas se dividen en tres categorías: autocompasión, juicio y advertencia. Lo que determina el tipo de queja que hacemos depende de si nuestra narrativa negativa se centra en nosotros mismos, en otras personas o en nuestros temores sobre el futuro.
La verdad es que todos hemos probado y servido las tres variedades de negatividad. Todos nos hemos quejado en el pasado y lo haremos nuevamente en el futuro. Quejarse es robusto. Ha sobrevivido al tiempo. Y si bien no es un buen predictor de éxito, hay una gran ventaja en quejarse.
Ya sea que nos quejemos de nosotros mismos o de los demás, ya sea que la negatividad se manifieste como autocompasión, crítica de otros u ominosas predicciones sobre el futuro, la razón por la que las personas se quejan es siempre la misma: nos quejamos cuando no conseguimos lo que queremos. Detrás de cada queja, hay un objetivo incumplido, y esa es la clave para deshacer las quejas.
Algunas personas encuentran quejarse catártico. Ellos pueden disfrutar de desahogarse sobre las cosas que les molestan. Sin embargo, cuando todo lo que hacen es quejarse, solo han hecho la mitad del trabajo. Quejarse solo no cambia la vida de nadie. Tienes que hacer algo más al respecto.
Quejarse es el comienzo del proceso de resolución de problemas. Mueve la atención sobre los puntos de dolor. Te incita a explorar y descubrir la razón detrás de la incesante diatriba. Te hace tomar conciencia de tus necesidades no satisfechas, tus deseos no cumplidos y tus objetivos que siguen sin cumplirse.
¿Cómo puedes hacer que la queja funcione para ti? Para empezar, cada vez que se queja de algo, hágase tres preguntas:
Las respuestas a estas preguntas le brindarán alivio para quejarse. También lo ayudarán a cambiar su enfoque de revolcarse en la negatividad a crear objetivos significativos para los que pueda trabajar, para que pueda obtener lo que desea. Comience a notar las cosas de las que más se queja. Descubra cuál podría ser el deseo incumplido detrás de las quejas. ¿Cuáles son las cosas que quiere y no está obteniendo? Y, por último, ¿qué puedes hacer para adquirirlos o alcanzarlos?
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