En los Estados Unidos, la violencia contra las mujeres es una epidemia nacional y sigue siendo un secreto bien guardado. Los Centros para el Control de Enfermedades informan que cada año, la violencia de un compañero íntimo resulta en 1,200 muertes y 2 millones de lesiones en mujeres. Casi una de cada cuatro mujeres informa haber sufrido violencia por parte de su cónyuge o novio actual o anterior en algún momento de su vida.
Las mujeres jóvenes nacidas en el extranjero son más vulnerables a ser victimizadas porque no tienen suficiente apoyo familiar, viven en aislamiento, no saben que la ley puede protegerlas y con frecuencia tienen miedo a la deportación. Muchas mujeres nunca han oído hablar de una orden de protección contra la violencia doméstica, y la mayoría desconoce las agencias locales de violencia doméstica. Desafortunadamente, no hay suficientes servicios y los refugios no tienen espacio suficiente para atender a todas las víctimas.
Cuando este drama afecta a las mujeres con discapacidad, la situación es aún más difícil, ya que muchas mujeres maltratadas han estado expuestas a un mayor número de perpetradores y por períodos de tiempo más largos. La tasa de incidentes es aproximadamente el doble que la de otras mujeres. Además, sus habilidades para protegerse a sí mismos disminuyen y es posible que ni siquiera tengan la posibilidad de pedir ayuda.
Si los recursos para ayudar a las víctimas de violencia doméstica no son suficientes, entonces el acceso a esos recursos es aún más difícil de lograr para las mujeres con discapacidad. Es muy difícil encontrar refugio para una mujer sorda o ciega, así como para aquellos que pueden experimentar problemas físicos o condiciones mentales. Tristemente, muchas de estas mujeres están siendo victimizadas por sus propios familiares. Es hora de que este secreto esté expuesto.