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Los antropólogos dicen que los inuits, cuyo mundo está lleno de nieve, tienen al menos 50 palabras para variaciones de nieve. Los niños inuit aprenden esas palabras y las conectan con precisión a las muchas variedades de nieve con solo escucharlas en contexto. De manera similar, cuando los padres hablan sobre una amplia gama de emociones, los niños aprenden a comprender sus propias emociones y las de otras personas. Comprender y aceptar las emociones es el primer paso para aprender a regularlas.
Si te preguntas cómo podría haber 50 emociones diferentes, te interesará la Rueda de Sentimientos, inventada por la Dra. Gloria Willcox, que ilustra de manera colorida la riqueza de emociones que tenemos a nuestro alcance. Pero no se preocupe si encuentra abrumadora la idea de tantas emociones. También puedes pensar en términos de solo las cuatro emociones básicas:
Felicidad, que incluye amor, alegría y paz. Este es nuestro estado natural, cuando estamos en flujo.
El miedo, que es una reacción a la amenaza e incluye terror, ansiedad (miedo a una amenaza no especificada), preocupación (miedo a una amenaza específica) y la sensación de ser impotente o indefenso. Tenga en cuenta que cuando los mamíferos sienten miedo, a menudo cambian a la ira como defensa.
Tristeza, que es una reacción a la pérdida y la decepción, e incluye pena, depresión y soledad. Tenga en cuenta que muchas personas se defienden de la decepción y la tristeza al enojarse.
Ira, que es una reacción a la amenaza desde dentro o fuera e incluye irritación, frustración y furia. Tenga en cuenta que cuando la ira no se escucha, la persona puede girar hacia adentro para que se convierta en depresión o entumecimiento.
¿Cómo puedes enseñarle a tu hijo sobre las emociones? Simplemente observar lo que su hijo y otras personas sienten, y comentarlo de una manera que no juzgue y acepte, les enseña a los niños a identificar emociones en ellos mismos y en los demás. A medida que avanza el día, busque oportunidades para reconocer los sentimientos de su hijo:
Cuando hable con su hijo sobre las emociones, trate de resistirse a dar una conferencia. En cambio, haga preguntas para ayudarlo a aprender a través de la reflexión. Por ejemplo, puede hacer preguntas como:
Si usted y su hijo observan a otro niño llorando, puede hacer preguntas como:
Preguntas como estas ayudan a desarrollar empatía. Por ejemplo, cuando los padres se preguntan en voz alta sobre su hijo pequeño acerca de lo que su bebé hermano piensa, siente y desea, el niño desarrolla más empatía por su hermano y la relación entre los dos hermanos es más positiva. Cuando los adultos leen libros y hablan con niños pequeños y preescolares sobre cómo se sienten los demás niños, sus acciones prosociales (positivas) aumentan y su agresión hacia sus compañeros disminuye.
Y cuando los padres consideran que la emoción forma parte de una vida humana rica y hablan sobre las emociones de manera positiva, incluso los niños pequeños pueden aprender a reconocer y articular una amplia gama de emociones, que es el primer paso para aprender a manejarlas.