Seamos sinceros. La cantidad de conversaciones en el mundo se está expandiendo exponencialmente. Pero no es el mismo tipo de conversación que la mayoría de nosotros, los adultos, recordamos.
El otro día estaba en un centro comercial y observé a un grupo de ocho amigos adolescentes, niños y niñas. Caminaban juntos, cada uno enfocado en sus dispositivos móviles. La mayoría parecía estar enviando mensajes de texto a otras personas. Algunos estaban hablando en sus teléfonos. Ninguno de ellos hablaba entre ellos.
Mientras miraba con interés este nuevo fenómeno que nos permite participar en múltiples modos de conectividad a la vez, me reí entre dientes cuando uno de los chicos se cayó con una chica cuando tropezó al salir de la escalera mecánica. El contratiempo ocurrió porque estaba enviando mensajes de texto mientras caminaba, a veces tan peligroso como enviar mensajes de texto mientras conducía. Los adolescentes se rieron también y luego volvieron rápidamente a sus respectivas conversaciones en dispositivos móviles.
Es alucinante imaginar cuántas conversaciones estaban sucediendo mientras esos ocho adolescentes caminaban por el centro comercial. Pero lo más importante es hacer la pregunta: "¿Cuándo los jóvenes encuentran tiempo para estar en silencio, para reflexionar sobre quiénes son en un mundo con constante charla?"
La razón por la que deberíamos hacer la pregunta y alentar a los adolescentes a explorar espacios silenciosos es porque sabemos que la autorreflexión es importante para el desarrollo y el aprendizaje humanos. John Dewey, un reconocido psicólogo y reformador de la educación, afirmó que las experiencias por sí solas no eran suficientes. Lo que es crítico es la capacidad de percibir y luego tejer significado a partir de los hilos de nuestras experiencias.
La función de autorreflexión es hacer sentido. La creación de significado está en el corazón de lo que significa ser humano.
La adolescencia es un momento en que los jóvenes descubren sus identidades únicas. Necesitan momentos de silencio para reflexionar sobre sus experiencias: descubrir quiénes son como individuos, qué tipo de relaciones desean y qué valoran y creen acerca de la vida. Sintonizar el mundo ruidoso ayuda a los jóvenes a desarrollar la capacidad de reflexionar y crecer.
El acto de compartir nuestras experiencias con los demás es la primera parte del desarrollo de prácticas reflexivas que conducen a una mayor conciencia y aprendizaje. Cuando los adultos invitan a los adolescentes a compartir pensamientos y sentimientos, afirman el valor de las experiencias de los jóvenes, los ayudan a ver las cosas a través de otros ojos y apoyan el proceso de reflexión. Tomado del trabajo de Dewey sobre el aprendizaje, aquí hay cinco maneras de alentar la capacidad de un adolescente para dar sentido a sus experiencias:
Referencias
Dewey, J. (1916). Democracia y educación: una introducción a la filosofía de la educación . Nueva York: MacMillan
Dewey, J. (1933). Como pensamos Buffalo, NY: Prometheus Books. (Trabajo original publicado 1910)
Dewey, J. (1938). Experiencia y educación . Nueva York: Kappa Delta Pi.
Marilyn Price-Mitchell, PhD, es una psicóloga del desarrollo que trabaja en la intersección del desarrollo de la juventud, el liderazgo, la educación y el compromiso cívico.
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