Tendemos a pensar que la gestión del tiempo se trata de eficiencia, productividad y, a largo plazo, éxito. Pero, al menos en algunos casos, la forma en que administramos nuestro tiempo, o lo dejamos que nos administre, es un problema ético. Es un elemento importante de lo que muchos filósofos y psicólogos denominan florecimiento humano.
Cómo hacemos uso de nuestro tiempo en el trabajo puede ser un problema ético. Antes de Internet, las personas "perdían el tiempo" en el trabajo de varias maneras: jugando al solitario (o Buscaminas) en sus computadoras de escritorio, conversando con compañeros de trabajo, fingiendo estar ocupado, soñando despierto o tomando un almuerzo largo. Con la presencia omnipresente de las redes sociales, hay nuevas formas de eludir las responsabilidades laborales. Aquí hay problemas éticos, ya que los empleados tienen obligaciones con sus empleadores, y si perder algo de tiempo acaba socavando en lugar de mejorar la calidad de trabajo, entonces esto es un problema.
Otra dimensión ética de la gestión del tiempo con la que muchos luchan es el equilibrio trabajo-familia o trabajo-vida. Esto puede ser especialmente difícil cuando estamos atados a trabajar con nuestros dispositivos las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Una solución simple pero quizás difícil para esto es apagar nuestros dispositivos durante un período de tiempo determinado por la noche o los fines de semana. Esta es una forma de administrar nuestro tiempo, en lugar de dejar que nos administre. Nuestros hijos, cónyuges, personas significativas y amigos necesitan y merecen toda nuestra atención. Todos perdemos cuando nuestra atención está fragmentada y dividida entre ellos y el trabajo (o Facebook, Instagram y similares). Las relaciones profundas son vitales para el florecimiento humano, y tal profundidad ocurre a medida que invertimos tiempo y esfuerzo en ellas. Estas relaciones traen obligaciones, y nos corresponde a nosotros dedicarles el tiempo necesario. Esto puede requerir algunas decisiones difíciles, pero hacerlas valdrá la pena.
También necesitamos tiempo ininterrumpido para nosotros mismos, lejos de los demás y trabajar para reflexionar sobre nuestras vidas y lo que está ayudando o dificultando nuestro florecimiento como seres humanos. En nuestra cultura, la soledad rara vez sucede, debemos ser intencionales y dejar de lado el tiempo para la meditación, la reflexión y otras prácticas que son verdaderamente beneficiosas para nosotros. Muchos encuentran que priorizar el aspecto espiritual de la vida es un compromiso importante relacionado con la administración del tiempo.
Un amigo mío dijo recientemente que el tiempo es el nuevo ídolo de nuestra cultura. Pero como todos los ídolos, podemos elegir si adoramos o no a sus pies. Una vida de virtud, una vida de excelencia, requiere que seamos intencionales acerca de cómo administramos nuestro tiempo, no solo para el éxito o la eficiencia, sino también en aras de la felicidad y el florecimiento humano.
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