Durante muchos veranos, mi familia vacacionó en una pequeña comunidad isleña de casas rústicas, aisladas de la red, sin electricidad y, hasta hace poco, sin cobertura de teléfonos celulares. Compartimos la sensación de cuidarnos los unos a los otros porque éramos nosotros, no el alcalde ni los primeros respondedores, solo nosotros. Los adultos hablaron de cómo les encantaba este “lugar aparte” y los inconvenientes eran un pequeño precio a pagar. Uno de los aspectos más destacados para todos fue la práctica de fuego del 4 de julio. En la década de 1970, un tercio de las casas allí fueron destruidas en un incendio que comenzó en la chimenea de alguien. Los vientos eran fuertes y el barco de bomberos de la ciudad local no pudo llegar a tiempo. Todo terminó en 20 minutos. Lección aprendida: esto podría pasarnos a nosotros, es mejor que nos preparemos, y así nació la práctica del fuego. A partir de ese momento, los niños en edad preescolar aprendieron a tocar la campana de fuego, los niños de jardín de infantes se aseguraron de que todos los perros estuvieran a salvo, los niños en edad escolar desenrollaron las mangueras contra incendios, los adolescentes fueron de casa en casa para alertar a cada familia y los adultos aseguraron las mangueras al Spigots, abrieron las válvulas y manejaron las boquillas. Es cierto que era más probable que las mangueras estuvieran dirigidas la una a la otra que a las casas, pero el punto era claro: si esto no era práctica, pero el trato real, teníamos esto. El mensaje para todos es que siempre hay una manera de ayudar, y todos ayudan. El plástico de burbujas no es una opción.
Mientras observamos cómo sobreviven los incendios forestales y las tormentas de monstruos sobre nuestros vecinos, los padres se preguntan cómo pueden ayudar a sus hijos pequeños a enfrentar desastres naturales. Los padres de hoy sienten la presión adicional de hacer esto de la manera correcta para que puedan proteger, envolver las burbujas, a sus hijos de cualquier ansiedad o preocupación sobre un posible daño. Pero lo que ayuda a nuestros hijos es aprender a lidiar con semejante adversidad, no aislarlos de su existencia, lo cual, por cierto, es casi imposible gracias a las noticias. La práctica del fuego funciona, emocionalmente y en realidad. Las siguientes son algunas sugerencias adicionales sobre cómo ayudar a los niños a sobrellevar la situación: